jueves, 1 de marzo de 2012

Abrazos a la deriva

 

Abrazos a la deriva. Deriva, sinónimo de azar; sinónimo de una fuerza superior al hombre a la que no puede sustraerse y que dirige sus pasos, su caminar, su fluir en una dirección ignota para el ser humano. Deriva, vagabundeo, giróvago, errar, errático, camino sin rumbo, camino sin destino conocido. Viajar a la deriva, ir a la deriva. Vamos a la deriva hasta que encallamos, algo nos retiene, algo nos frena, algo nos para...
Abrazo como sinónimo de freno, de punto de detención, como dique, como aspa que se cruza en nuestro camino y nos detiene, que nos recuerda que no estamos solos, nos pone en contacto con otros  humanos. El abrazo del cáñamo que detiene a la piedra. El abrazo de la arena que detiene a la rama. 
El abrazo de un espacio expositivo que detiene la mirada, que detiene el tiempo, un tiempo determinado, de intercambio.

La basura que deja el ser humano en la Naturaleza. Basura que embrutece, afea, contamina, crea distorsión, irrumpe, estropea, molesta, hace daño.
Los deshechos de la Naturaleza. La basura de la Naturaleza es armónica. No le importa mezclarse entre sí. El agua disuelve la piedra, disuelve la madera. La madera vuelve a ser limo, el limo alimenta a las plantas, no hay ángulos que cortan, no hay bordes que se oxidan, no hay plásticos. La basura de la Naturaleza es hermosa: las algas sobre las piedras, la vegetación seca entre las ramas de los chopos a los que el agua ha abandonado, la arena desmenuzada, las hojas de los árboles que producen música cuando las pisas. La basura de la Naturaleza invita a su contemplación.

Ir a la deriva hasta que un abrazo nos detenga, ese abrazo que es calor, materia encendida del afecto. Ese abrazo que nos permite deternernos, mirarnos, mirar al otro, mirar alrededor, interrumpir la deriva loca, sin rmbo, sin sentido.

Un árbol entero es arrastrado por el agua, lejos, muy lejos del lugar que le vió nacer pero muchas ramas pequeñas juntas, entrelazadas, intrincadas en un mismo punto, pueden detener al agua.

Intervención humana. Tres niveles de intervención. Mínima: simplemente sacando de contexto al material de deriva y llevándolo a un espacio construído por el ser humano. Media: elementos de deriva interrelacionados, mezclados, yuxtapuestos, subordinados, añadidos a materiales creados por la Naturaleza (piedras, fibras vegetales, cortezas, lascas de pizarra...). Máxima: introducción de elementos manufacturados por el hombre obtenidos a partir de otras materias primas (hierro galvanizado, cerámica...) imposición de unas formas, de una intención plástica que busca servirse del material de deriva como nota de partida para articular un discurso más elaborado, más complejo donde la vanidad humana pretende crear un lenguaje, elaborar un mensaje, pretende hacerlo llegar a los demás, pretende que los demás sean receptivos: que lo reciban, que lo decodifiquen, que lo digieran, que lo regurgiten y que hagan circular la emoción recibida, transformada por la percepción del cerebro humano, en experiencia que se puede compartir, que se puede comunicar. O no.


Abotonado a la tierra




Flores en el manantial
Peinamos el agua




Pez abisal

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